Un sacrificio es una ofrenda a Dios, que es hecha sagrada por el esfuerzo que supone. El sacrificio pide un esfuerzo, y este esfuerzo cumplido por amor para Él se transforma en una gran alegría. Sabemos que estamos participando en la misión de Dios con la entera comunión de los santos.
Es costumbre elegir dos sacrificios particulares a realizar durante estos próximos días.
El primero toca a la vida del alma y puede ser una profundización de las oraciones cotidianas: tiempo de oración, rosario u otras devociones.
El segundo esfuerzo es relacionado a la vida carnal y puede ser vista como una disciplina ascética, una disciplina física o del cuerpo, por el intermedio de uno de nuestros cinco sentidos.
Descubrimos que, con perseverancia, lo que era en un principio un desafío, se convierte en una liberación sobre los múltiples obstáculos que comprometen a nuestra la vida espiritual.
Este año por el entorno de la pandemia, el Papa francisco nos explicó que habría algunos cambios en la imposición tradicional de la ceniza, de manera voluntaria puedes pasar para que sea impuesta como se ha hecho habitualmente, o si prefieres, estará ubicada en una vasija la ceniza y tu mismo la podrás dejar caer una pequeña cantidad sobre tu cabeza.
Que esta Cuaresma pueda llevarnos más cerca de Cristo.
Pidamos a la Virgen María que nos guíe y camine a nuestro lado durante estos cuarenta días de transfiguración.